Pioneras de la Aviación

Pioneras de la Aviación

Amy Johnson, Pionera de la Aviación

La primera mujer inglesa en conquistar las alturas

La historia de la aviación, al igual que la historia militar, parece estar reservada exclusivamente al colectivo masculino. No obstante, de vez en cuando surge una destacada figura femenina cuyas hazañas, tanto impresionantes como grandiosas, eclipsan muchos de los logros conseguidos por los hombres. Tales son las proezas de Amy Johnson (1903 – 1941).

La carrera de Amy Johnson, pionera de la aviación inglesa, no tiene nada que envidiar a la de sus coetáneos. Nacida en 1903 en Yorkshire, Reino Unido, fue una de las primeras civiles en romper récords de larga distancia a nivel mundial. A temprana edad se gradúo de licenciada en economía por la Universidad de Sheffield y muy pronto ingresó al mundo de la aviación como aficionada. De este modo, obtuvo un certificado de aviación y, poco tiempo después, una licencia tipo A como piloto en el London Aeroplane Club, bajo la tutela del capitán Valentine Baker. Y en 2919 se convirtió en la primera mujer británica en obtener una licencia como ingeniera aeronáutica.

Johnson siempre tuvo apoyo irrestricto de su padre, quien le suministró dinero para que comprara su primer aeroplano, un de Havilland DH.60 Gipsy Moth al que nombró “Jason” (no en honor del mítico viajero griego sino por el negocio familiar). El reconocimiento mundial sobrevino cuando en 1930 se convirtió en la primera piloto en realizar un vuelo intercontinental, al volar desde Croydon, en el sur de Londres, hasta Darwin, territorio norte de Australia, con un total de 18.000 km de recorrido (la aeronave con la que realizó tal hazaña se encuentra ahora en el Museo de Ciencias de Londres). En julio de 1931 Johnson y su copiloto, Jack Humphreys, fueron los primeros aviadores en volar de Londres a Moscú en un día, completando 2.830 km en aproximadamente 21 horas. Desde allí partieron nuevamente, volando a través de Siberia, para llegar a Tokio, con lo cual establecieron un nuevo récord de vuelo desde Gran Bretaña hasta Japón. En esta ocasión emplearon un aeroplano de Havilland DH.80 Puss Moth, al que bautizaron como el “Jason II”.

En 1932 contrajo matrimonio con el piloto escocés Jim Mollison, quien le propuso matrimonio durante un vuelo de 8 horas que realizaron juntos. Ese mismo año, Johnson batió un récord que había establecido antes su marido, al volar de Londres a Cape Town en un avión Puss Moth llamado “Desert Cloud”. En 1933 Johnson y Mollison volaron a duo y sin escalas un de Havilland DH.84 Dragon desde el sur de Gales hasta el aeropuerto municipal de Bridgeport, en Connecticut, donde se estrellaron debido a que el aeroplano se quedó sin combustible. Ambos pilotos resultaron heridos, pero en poco tiempo lograron recuperarse. En 1938 la aviadora inglesa rompió su último récord, al volar desde Gran Bretaña hasta Sudáfrica en una aeronave Percival Full Six. Ese mismo año se divorció de Mollison.

Las circunstancias que envuelven la trágica muerte de Amy Johnson no están exentas de misterio.  En 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, se unió como piloto a la Air Transport Auxiliary, una división de la Real Fuerza Aérea (RAF, por sus siglas en inglés) destinada al transporte de aeronaves por todo el país. El 5 de enero de 1941 realizaba una misión de la RAF a bordo de un Airspeed Oxford cuando las pésimas condiciones climáticas hicieron que perdiera el curso. El reporte oficial señala que, al quedarse sin combustible, se lanzó en paracaídas y su avión se estrelló en el Estuario del Támesis.

Mientras descendía fue divisada por la tripulación de un navío inglés, el HMS Haslemere. Al oír que la aviadora pedía auxilio, el capitán del buque se lanzó al agua para rescatarla. Sin embargo, no logró encontrar a Johnson debido a que había fuerte marea, caía demasiada nieve y el frío era muy intenso. De hecho, el capitán tuvo que ser hospitalizado y murió días después. El cuerpo de Amy Johnson nunca fue encontrado. Varios historiadores sostienen que la piloto fue succionada y destrozada por la hélice del Haslemere, atendiendo a testimonios de algunos los miembros de la tripulación del buque,  pero esta hipótesis no ha sido corroborada. Lo que sí queda claro es que una de las primeras aviadoras de la historia murió en el cumplimiento del deber, dejando a su paso grandes logros que servirían de ejemplo para todas aquellas mujeres que desearan conquistas las alturas.

South American Jets,

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